Miércoles de ceniza

Pbro. Juan José González Parada
Homilía
Iniciamos la cuaresma con un signo que es la imposición de ceniza y ante esta celebración nos preguntamos ¿Qué es esta celebración? y ¿Que nos implica?
¿Qué es esta celebración?
La celebración de la ceniza es un sacramental, que hay que distinguir de los sacramentos, los sacramentales lo definen el Derecho Canónico en el canon No. 1166; “los sacramentales son signos sagrados, por los que, a imitación en cierto modo de los sacramentos, se significan y se obtienen por intercesión de la Iglesia unos efectos especialmente espirituales”.
Los sacramentales sirven para enriquecer la vida espiritual, instituidos para incentivar en nosotros una relación cada vez más profunda con Cristo y para ayudarnos a enfocarnos en la santificación de cada parte de nuestra vida, incluso en lo más sencillo y cotidiano.

El Catecismo de la Iglesia Católica en los números del1671 al 1673 define cuáles son los sacramentales:
“Entre los sacramentales figuran en primer lugar las bendiciones (de personas, de la mesa, de objetos, de lugares). Toda bendición es alabanza de Dios y oración para obtener sus dones.
Ciertas bendiciones tienen un alcance permanente: su efecto es consagrar personas a Dios y reservar para el uso litúrgico objetos y lugares. Entre las que están destinadas a personas —que no se han de confundir con la ordenación sacramental— figuran la bendición del abad o de la abadesa de un monasterio, la consagración de vírgenes y de viudas, el rito de la profesión religiosa y las bendiciones para ciertos ministerios de la Iglesia (lectores, acólitos, catequistas, etc.).
Cuando la Iglesia pide públicamente y con autoridad, en nombre de Jesucristo, que una persona o un objeto sea protegido contra las asechanzas del Maligno y sustraída a su dominio, se habla de exorcismo. En forma simple, el exorcismo tiene lugar en la celebración del Bautismo. El exorcismo solemne llamado «el gran exorcismo» sólo puede ser practicado por un sacerdote y con el permiso del obispo”.
Los sacramentales sirven para enriquecer la vida espiritual, instituidos para incentivar en nosotros una relación cada vez más profunda con Cristo y para ayudarnos a enfocarnos en la santificación de cada parte de nuestra vida, incluso en lo más sencillo y cotidiano.
Los sacramentos los define el Derecho Canónico en el No. 840; “Los sacramentos del Nuevo Testamento, instituidos por Cristo Nuestro Señor y encomendados a la Iglesia, en cuanto que son acciones de Cristo y de la Iglesia, son signos y medios con los que se expresa y fortalece la fe, se rinde culto a Dios y se realiza la santificación de los hombres, y por tanto contribuyen en gran medida a crear, corroborar y manifestar la comunión eclesiástica”.
Por lo tanto, la celebración de la ceniza nos ayuda en nuestra vida espiritual, no podemos suplir el sacramento por el sacramental.

En muchos momentos de nuestra vida le damos más importancia a los sacramentales que al sacramento, por ejemplo, somos muy prontos para imponernos la ceniza y si no nos la ponemos entramos en una situación de crisis, creemos que hemos cometido una falta grave,
no así con los sacramentos, por ejemplo, faltamos a Misa dominical pudiendo haber ido, y en la confesión sacramental no lo mencionamos como pecado mortal. Cuando nos imponemos la ceniza la andamos luciendo como si fuera una estrellita de buena conducta, con este signo manifestamos públicamente que somos pecadores y que necesitamos convertirnos al Señor, lo tendremos que hacer a través de nuestro arrepentimiento, oración, ayuno y las obras de misericordia. Y cuantas cosas más hay sobre este punto de los sacramentales a los que les damos más importancia y vivencia que a la misma presencia de Cristo en los Sacramentos. ¿Qué me implica? |
Primero. Arrepintiéndome de mis pecados y confesándome; tengo que dedicar tiempo para pensar en qué he ofendido a Dios, si me duele haberlo ofendido, si realmente estoy arrepentido. Éste es un muy buen momento del año para llevar a cabo una confesión preparada y de corazón. Segundo. Luchando por cambiar, analiza tu conducta para conocer en qué estás fallando. Hazte propósitos para cumplir día con día y revisa en la noche si lo lograste. Recuerda no ponerte demasiados propósitos porque te va a ser muy difícil cumplirlos todos. Hay que subir las escaleras de escalón en escalón, no se puede subir toda de un brinco. Conoce cuál es tu defecto dominante y haz un plan para luchar contra éste. Tu plan debe ser realista, práctico y concreto para poderlo cumplir. Tercero. Haciendo sacrificios, la palabra sacrificio viene del latín sacrum-facere que significa «hacer sagrado», entonces, hacer un sacrificio es hacer una cosa sagrada, es decir, ofrecerla a Dios por amor. Hacer sacrificio es ofrecer a Dios, porque lo amas, y ofreces cosas que te cuestan trabajo. Por ejemplo, ser amable con el vecino que no te simpatiza o ayudar a otro en su trabajo. A cada uno de nosotros hay algo que nos cuesta trabajo hacer en la vida de todos los días. Si esto se lo ofrecemos a Dios por amor, estamos haciendo sacrificio. Cuarto. Haciendo oración, aprovecha estos días para orar, para platicar con Dios, para decirle que lo quieres y que quieres estar con Él. Te puedes ayudar de un buen libro de meditación para Cuaresma o de preferencia puedes leer la Biblia. |
Que esta Cuaresma sea un momento para incrementar mi relación personal y profunda con Nuestro Señor Jesucristo y con cada hermano por medio del ayuno, la oración, los sacrificios, y de una forma muy concreta recibiendo y viviendo los Sacramentos. |



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