testimonio vocacional

ERICK jOSÉ aLVARADO MÁRQUEZ

nos llama a la vida

Mi nombre es Erick José Alvarado Márquez. Nací en Acapulco, Guerrero, el 21 de octubre de 1987. Soy de la Parroquia de Nuestra Señora del Refugio, en Sandovales. Mis padres son José Alvarado Sánchez y Abigaíl Márquez Bello. Somos cuatro hijos: dos mujeres y dos somos hombres, de los cuales, yo soy el mayor.

 

Mi llamado surge de una manera muy misteriosa. Me encontraba en una etapa de mi vida un poco difícil, porque mi padre estaba enfermo y no sabía qué era lo que tenía. Entonces, yo vivía en Estados Unidos. Creo que Dios se vale de todo para ponernos en el camino que él quiere. Después de un tiempo, cuando mi padre se encontraba a un enfermo, decide ir a un retiro que le cambió la vida. Mis padres se encontraban alejados de Dios, eran católicos de nombre. Pero gracias a ese retiro mi padre supera la enfermedad y comienza una conversión para él. La conversión llegó también a mí; asistí a ese retiro, el cual significó un “empujoncito” para conocer a lo que Dios me llamaba.

experiencia de

mi vocación

mi regalo, mi vocación

Al conocer a Dios, ya no podemos ser iguales, y creo que más de uno lo ha experimentado. Después de eso, decido servir dentro de la misma iglesia; es ahí donde comienza la búsqueda de la respuesta a la pregunta que tal vez todo joven se hace, ¿Qué quieres de mi Señor? Pero no lograba encontrar respuesta; sirviendo y dando lo mejor de mí, había un vacío que no lograba llenar. Sentía que Dios me llamaba a algo más. Dios se valió de su propia palabra, de personas, y de las circunstancias para llegar hacia donde ahora estoy.

Al encontrar esa respuesta de lo que Dios me pedía, no voy a negar que me dio miedo, porque no conocía hacia dónde me dirigía; su palabra resonaba en lo interior:  SÍGUEME; pero Él iba poniendo los medios para lograr dar ese paso. Vivía en un país que no era el mío, muy difícil por el inglés, por otras culturas, pero aun así no me detuvo esa inquietud.

 Cuando estaba seguro que Dios me llamaba, decidí regresar a México; implicó un sacrificio que me costaría mucho, la separación de mi familia. En toda mi vida nunca me había separado de ella. Por lo cual, los primeros meses fueron muy duros. En el transcurso del tiempo, pierdo la esperanza de entrar en un seminario.

Cuando menos lo esperé, Dios ya estaba poniendo a una persona para ayudarme a entrar al Seminario de Aguascalientes. Yo, en mis planes, ya había decidido regresar a los Estados Unidos, pero Dios tenía otros planes. Dice un dicho popular:  “si quieres hacer reír a Dios cuéntale tus planes”, eso sucedió conmigo. Gracias a un gran sacerdote y amigo mío, logré comenzar mi formación en el Seminario en el año 2017.

A pesar de que ha pasado cierto tiempo de haber ingresado al seminario, no me arrepiento de esta decisión. Sin duda, he tenido problemas y circunstancias que me llevan a “romperme”, pero hay algo que mi madre dice y que siempre lo recuerdo: las cosas fáciles no duran, en cambio las difíciles perduran; y así es el camino de Dios, cuesta mucho y dura para la eternidad.

Te pido que ores por nosotros, los seminaristas, para que el Señor de la mies se digne enviar santos sacerdotes, sacerdotes que estén verdaderamente dispuestos a dar la vida por el pueblo de Dios y a mostrar un Dios vivo. Oremos también por esos jóvenes que sienten el llamado a esta vocación, para que se atrevan a dar un Sí generoso. Y tú joven, no tengas miedo de seguir a Dios, con Dios nada pierdes, sino que lo ganas todo.

 

¿que quieres de mí señor?

momentos de mi vida

Misiones Frontera Centla Tabasco

vida en el seminario

Sin duda que la convivencia con los amigos y compañeros hace que la vida en el seminario sea más alegre.

compartiendo amistad

Los compañeros son como la segunda familia que Dios te da.

cercania con los jovenes

En distintas pastorales sirviendo a la juventud en su formación.

experiencias inolvidables 

 Paseando en Cayuco por los pantanos de Centla, fue inolvidable.

 

compartiendo la alegría

Disfrutamos de la vocación con los distintas conviviendo en distintas fiestas internas.

en el hueco de tus dulces manos

Bajo la protección de Nuestra Madre, encomiendo mi vocación.

 

las cosas fáciles no duran, 

en cambio las difíciles perduran