«Esa pobre viuda ha echado en la alcancía más que todos.»

DOMINGO XXXII DEL TIEMPO ORDINARIO – CICLO B

ULISES DOMINGUEZ CONTRERAS

Homilía Dominical

Queridos amigos, en este Domingo XXXII del tiempo ordinario la liturgia de la palabra nos propone algunos puntos importantes para considerar en nuestra vida de fe, tratando de evitar el riesgo de caer en las apariencias y buscando mejor, un auténtico encuentro con Cristo.

En este fragmento del Evangelio de san Marcos, el Señor Jesús nos invita a buscar la correspondencia entre nuestras manifestaciones de fe externas con una recta intención al realizarlas. Cuando llevamos a cabo obras en medio de nuestras comunidades, podemos caer en el error de buscar ser admirados, felicitados o reconocidos por los demás, y lo que en un principio era una acción buena: ayudar a los demás, donar mi tiempo o mis bienes, etc. Pierde su valor y se convierte en una acción vacía. 

En la primera parte del Evangelio el Señor nos proporciona algunos ejemplos que plasman la idea de quedarnos solo con lo externo,  amplios ropajes, reverencias, honor, puestos, banquetes, riquezas y rezos despampanantes, pero que en realidad todo esto no es fruto de una verdadera conversión personal, o de una búsqueda sincera de Cristo. De forma que, buscar solo lo de afuera nos resulta más fácil, es cómodo que el Señor nos pida ritos impecables, organizados y estéticamente bellos, pero que no nos comprometa nuestra persona, lo más mío, o sea, mi corazón. El problema con la actitud de los fariseos, no son sus formas en las que se manifiesta su fe, sino que, detrás de ellas esconden una actitud de rechazo a ofrecer todo su ser a Dios.

En la segunda parte, nos encontramos el episodio donde una viuda pobre se desprende, para las alcancías del templo,  de las únicas dos monedas que tenía para vivir. En el contexto cultural de Israel en el tiempo de Jesús, este hecho adquiere un significado profundo, pues el papel de la mujer depende totalmente del varón, y en este caso, una mujer viuda es alguien marginado,

Esta acción de la viuda nos revela algo importante; no es necesario dar mucho al Señor para agradarle, sino que, basta con darnos todo, sin guardarnos nada para nosotros mismos. Que la mujer diera todo lo que tenía para vivir puede simbolizar una entrega total, pues no solo le presenta a Dios algo material, sino que junto con ello le ofrece su vida. Es precisamente por lo anterior que Jesús asegura, que, en su pobreza, es quien más a depositado. Los ricos que ofrecen las sobras o el excedente, aunque cuantitativamente mucho, refleja algo que no se tenía contemplado y que ha sido atendido después de haber procurado mis propias necesidades, mi soberbia o el ego.

Pidamos amigos míos, a Dios, dos gracias especiales:

La primera es que nuestras muestras externas de fe sean un auténtico fruto de conversión personal y también que nos dé el coraje y el valor para ser capaces de comprometer con Dios todos los aspectos de mi vida (mi trabajo, mi oración, mi familia, mis valores, mi actuar y pensar, etc.)

Que el Señor nos ayude a todos.

San Marcos 12, 38-44

«Los demás han echado de lo que les sobraba; pero ésta, en su pobreza, ha echado todo lo que tenía para vivir»

Por la Virtud.

Por la Fe.

Por la Doctrina.

 

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