homilía
DOMINGO XXVIII del Tiempo ordinario
10 de octubre de 2021
Por el Pbro. Lic. José Alfredo Vázquez Fonseca.
La capacidad humana de optar
Optar por la Sabiduría.
Pocas lecturas reflejan de un modo tan bonito la búsqueda de la sabiduría. Con escasas palabras el autor del libro de la Sabiduría (7, 7-11) describe cómo la descubrió y se enamoró de ella. Habla de la sabiduría como de algo que no se posee, sino que viene, se instala y todo lo transforma, incluso todos los bienes vienen con ella.
La sabiduría entonces, es un don, por eso hay que pedirla, pero esto supone elegirla, optar por ella, preferirla más que a todos los bienes materiales. Muchos padres de familia hoy piden a Dios dinero, trabajo, pero no piden sabiduría para educar a sus hijos y guiar su vida.
Una persona sabia no siempre es aquella que ha ido a la Universidad, que tenga muchos años, que posea muchos conocimientos, sino que es un don de Dios que nos hace saber dar a cada cosa su justo valor (no dar más importancia a lo que tiene menos valor: el fútbol, el coche, los cosméticos, la ropa, el celular), la sabiduría nos hace descubrir la voluntad de Dios para nuestra vida y discernir entre el bien y el mal (libres de relativismo). Definitivamente, es sabio quien sabe elegir. En realidad, la sabiduría es Dios mismo. Entonces, la Sabiduría es Alguien que hay que buscar, desear y elegir.

¿Qué debo hacer para alcanzar la vida eterna?
Le pregunta un hombre a Jesús; es una pregunta por la felicidad que no se acaba. Pero curiosamente, es un hombre sincero y de conducta intachable pues ha cumplido los mandamientos desde su juventud. Es una invitación para todos, pero sobre todo para los jóvenes. Cumplir los mandamientos no es de tontos.
Este hombre sabía que la vida eterna es un don y una conquista, se elige. Por eso, preguntémonos ¿nos interesa la vida eterna? ¿La estamos conquistando? Una forma de conquistarla es vivir la vida y no jugar a “vivir la vida”; vivir la vida es amarla, estar unido a Jesús, cumplir los mandamientos…
«UNA PERSONA SABIA PONE SU CORAZÓN EN LO QUE DURA PARA SIEMPRE, Y SE DEJA CONQUISTAR POR LA PALABRA DE DIOS QUE ES VIVA Y EFICAZ».

Sin embargo, no basta con decir “yo no robo, no mato, no he engañado a mi esposo(a), no he hecho mal a nadie”, aunque esto es muy bueno, eso no basta, hay que dar el “plus”, Cristo siempre nos pide dar más.
Para alcanzar la vida eterna, hemos de pedir y optar por la sabiduría de Dios, a no conformarnos con “no hacer mal a nadie” sino que es necesario “hacer el bien”, “ser perfectos”, “vender lo que tenemos y darlo a los pobres” y responder a su invitación: “¡Sígueme!”.
En otras palabras, hay que dejar lo que tenemos: resentimientos, soberbia, pesimismo, pereza, vicios, alguna mala compañía. ¡Qué difícil va a ser a los ricos entrar en el Reino de Dios sino dejamos lo malo! Pero, los bienes materiales no son malos, lo malo es hacerlos nuestro dios, nuestra única felicidad; que por ganar dinero descuidemos incluso la Misa dominical, la familia o los amigos y elegir la ignorancia.