Homilía
I DOMINGO DE CUARESMA
¡CONVIERTANSE POR QUE EL REINO DE DIOS ESTA YA CERCA!
¿Porqué va Cristo al desierto? El desierto es el lugar del silencio, la soledad, la austeridad, el ayuno y el encuentro con Dios. El desierto, es el tiempo de la verdad, lugar del amor más profundo, la memoria de la alianza de fidelidad. Cristo nos demuestra que la tentación puede ser vencida, la victoria tiene un costo alto, pero todos podemos pagarlo cuando dejamos de dudar y confiamos totalmente en Él.
En nuestra vida también hay desiertos, la soledad, la tribulación, la enfermedad, la traición, la pobreza inesperada, los tiempos difíciles muestran lo qué hay en nuestro corazón. La realidad de lo estamos hechos se conoce en tiempos de incertidumbre, el corazón se desnuda en el desierto, nos despoja de las certezas, de apoyos, de apariencias y fachadas. El desierto nos conduce a la verdad. Es un recorrido con sufrimiento, pero siempre nos lleva a la gloria si somos persistentes.
La verdad del corazón de Cristo se rebela en el desierto, porque Cristo tiene desierto en el inicio de su misión y vence la tentación, y después en la cruz, el trono de su victoria, y en ambos momentos aparece la verdad de su corazón, el amor hasta el extremo por la humanidad. En el desierto, surge el amor persistente de Dios. El amor de Jesucristo se renueva en el momento de mayor tribulación, cuando estamos en medio de una crisis, podemos saborear la fidelidad del amor de Dios.
“Señor, enseñame tus caminos, intrúyeme en tus sendas”