«En el corazón de mi madre la iglesia yo quiero ser el amor»

(Santa Teresita del Niño Jesús))

 

Ulises Domínguez Contreras

Vocación

Hola, me da mucho gusto escribir para ustedes y poder compartirles un poco de cómo ha sido este proceso de seguir al Señor.

Mi nombre es Ulises Domínguez Contreras y tengo la edad de 19 años. Actualmente estoy cursando el primer año de la etapa discipular, mejor conocida como la etapa de filosofía. Esta etapa tiene como finalidad, como su nombre ya nos da una primera idea, hacernos discípulos del Señor Jesús.

Soy originario del municipio de Teocaltiche, que forma parte de la hermosa zona altos norte, perteneciente al vecino estado de Jalisco. Vivo en la cabecera municipal y soy feligrés de la parroquia de San Miguel Arcángel.

“yo quiero ser el pulso que da vida al cuerpo místico, y hacer llegar la sangre de Jesús a cada miembro, porque en el corazón de mi madre la Iglesia yo quiero ser el amor, así puedo serlo todo” (Santa Teresita del Niño Jesús)

Creo que mi deseo de ser sacerdote nace por varias razones, quisiera resaltar tres que considero son las que más influyeron para que tomara esta decisión.

La primera de ellas es la religiosidad que profesa la mayoría de mi familia. Desde pequeños a mis padres les fue transmitida la fe católica, especialmente por parte de mis dos abuelas, y que a su tiempo también a mí me fue transmitida. Al ver a mis familiares desempeñándose en algún movimiento, pastoral o grupo de la parroquia (Adoración Nocturna, Lectores, ministros de la comunión, Cenáculos de la divina voluntad, Franciscanos terciaros, etc.) despertó en mí el interés por las cosas de Dios. Pero también en su fe particular, como el rezo del rosario, la devoción a los santos o la asistencia constante de misa

La segunda, fue la responsabilidad de mis padres en mi formación en la fe. Cumplida la edad mínima para entrar a la catequesis infantil, mi madre me inscribió para comenzar la formación inicial. Mis padres siempre se mantuvieron muy al pendiente de todas las disposiciones que en el catecismo se iban suscitando, y ha esto me refiero a la constancia de llevarme a mis clases, de asistir a las evangelizaciones en los tiempos litúrgicos fuertes, mi asistencia a misa dominical, kermeses y otras actividades, todas estas acciones me ayudaron a conocer y a querer más mi fe.

Y, por último, un gusto personal por las cosas sacras. Desde que tengo memoria me han gustado mucho las campanas, también hacía pequeños altares con manteles y los santos que encontraba en la casa, y no podía faltar, jugaba a dar misa. Todo esto fue un incentivo para acercarme a la iglesia y a Dios. A la edad de 10 años me invitaron a pertenecer al grupo de monaguillos parroquial, y sin pensarlo, acepté de inmediato. y este último paso fue de gran importancia, puesto que pude convivir con muchos sacerdotes y eso me motiva bastante.

Nunca tuve un acompañamiento vocacional formal por ningún sacerdote, pero siendo monaguillo pude ver y estar con muchos sacerdotes que con su ejemplo me iban sembrando en mí la inquietud de ser como ellos. Recuerdo con agrado a los padres Leobardo Esparza Lara, José Alejandro Serna Pérez, Luis Enrique Contreras de Anda, y Emmanuel López Romo, cada uno de ellos desempeñando su diaconado en la parroquia. Y especialmente a los padres Gerónimo Palacios Bernal, Ernesto Maldonado Ramírez, Oscar Flores García y al padre Arturo Flores Macías, mi actual párroco, por su forma ejemplar de vida sacerdotal.

Yo aconsejaría a todos los jóvenes que tienen inquietud vocacional, que no se crean lo que los demás cuentan acerca del seminario, que no dejen que los demás les platiquen falsedades y prejuicios acerca de la formación al sacerdocio, que vengan y experimenten por ellos mismos y que así puedan decirle al Señor, “Señor yo te conocía de oídas, ahora te conozco en persona”.

Tengo tres devociones personales, la primera es a San José, quien fue mi primer patrono al entrar al Seminario, a San Juan María Vianey a quien admiro mucho, y a la Sagrada Familia, las tres personas más santas que han pisado la tierra.

Me ha ayudado sobremanera todo el acompañamiento de mis padres superiores, que me ayudan a seguir creciendo en mi vida humana y espiritual, así como todos los medios que nos facilita el seminario en todas las 4 áreas de formación integral de la persona.