Desde mi primer encuentro con Jesús

Raúl Estrada Contreras
Fe y espiritualidad
Mi nombre es Raúl Estrada Contreras, pertenezco a la parroquia de San José, en Ojuelos Jalisco; soy el menor y único hombre de los hijos. Mi familia está conformada por mis padres: Raúl Estrada Hernández y Ma. Dolores Contreras Briones; además de mis cuatro hermanas: Guadalupe, Yesenia, Erica y Carmen.
Haciendo una remembranza, el llamado surge unos momentos antes de hacer mi Primera Comunión; hasta antes de ese momento la niñez se escapaba como ordinariamente sucedía, entre risas y juegos en las calles, con los amigos. La imagen de aquel día sigue presente en mi memoria como si la hubiera vivido hace un par de días, pues me llamó mucho la atención el sacerdote mientras bajaba del presbiterio para distribuir la comunión: su estilo de vida y la alegría que transmitía con tan solo verlo. A partir de ahí, con gran insistencia, le pedí a mi madre permiso para ir a ayudar en misa como acólito; ella estaba muy sorprendida y un poco incrédula, pues muchas ocasiones antes ella me lo había propuesto y yo me negaba rotundamente.

Fue pasando el tiempo, cuatro o cinco años en los que estuve ayudando constantemente durante las celebraciones, acudiendo a reuniones infantiles y ejercicios espirituales que me fueron ayudando a convencerme más de que éste era el camino que quería seguir: el desgastarme por los demás, así como veía a tantos sacerdotes hacerlo. Pero se llegó el momento de pasar a la etapa de secundaria y preparatoria, tiempo en el que quizá por mi propio descuido aquella ilusión que tenía la fui apagando, y cada vez hacía menos caso a la voz que me invitaba a seguirle.

Se llegó el momento que es crucial en la vida de todo joven: finalizar la preparatoria y comenzar a pensar en aquello que quería dedicar mi vida. Durante mi formación académica básica, una de las asignaturas que más me gustó y disfruté fue la química; aunado a esto, en un fragmento de tiempo mi salud se veía deteriorada por algunos padecimientos que me hacían acudir a constantes visitas a laboratorios, generando en mí una gran ilusión la gran cantidad de reactivos que manejaban, procedimientos y equipo, haciéndome decidir por estudiar algo afín, y así poder, en un futuro, brindar un servicio de calidad para todas aquellas personas que solían hacer largos viajes y en ocasiones no contaban con suficientes recursos para monitorear su estado de salud.
Tomé la decisión de ingresar a la Licenciatura en Químico Farmacéutico Biólogo en la Universidad Autónoma de Aguascalientes, por lo que tuve que mudarme a la ciudad para continuar con mi formación. Durante todo el proceso me mantuve firme en terminar la carrera, comenzar a trabajar y continuar con una especialización; hasta que se llegó la etapa del servicio social, el cual finalicé en el Hospital General # 3, teniendo la oportunidad de estar en constante contacto con pacientes de diferente edad y gravedad, los cuales me dejaban ver que requerían algo más allá de una buena evaluación física, que también necesitamos un acompañamiento espiritual que nos permita ir avanzando cada día con mayor felicidad, plenitud y confianza.
Esto último fue un detonante para que la vocación al sacerdocio, que yo creía extinta renaciera con mayor fuerza, pues un año previo a la graduación de la licenciatura el deseo por responder iba en aumento; por lo tanto decidí comenzar con un discernimiento personal y acercándose el período de inscripciones hablé con mi familia, la cual desde el primer momento me hizo sentir su apoyo y emoción por el camino al que me dirigía. Hasta el día de hoy ha sido una de las experiencias más enriquecedoras que he tenido, el haber ingresado al curso introductorio.


