“No cabe el temor en el amor, antes bien el amor pleno expulsa el temor»
1 Jn 8, 18
Fernando Guadalupe Carranza Guardado
Testimonio Vocacional
¡Hola! Mucho gusto, me llamo Víctor Salvador Esquivel Calderón tengo 24 años y voy iniciando mi primer año en la Etapa Discipular en el Seminario Diocesano, soy originario del Santuario de Nuestra Señora de Guadalupe en el barrio del mismo nombre, dentro del centro histórico de la ciudad de Aguascalientes.

“No cabe el temor en el amor, antes bien el amor pleno expulsa el temor” (1Jn 8, 18).
Desde una perspectiva personal, en mi vocación he tratado romper barreras del miedo para llenarme de entrega, servicio y amor en cada día que pasa, para así poder escuchar la voz de aquel que me llama, pues es en el amor donde he descubierto mi deseo continuo de seguir al señor.
Son muchos los recuerdos que me llegan a la mente al pensar en cuando nace el deseo de ser sacerdote, pues desde pequeño me gustaba ponerme las playeras de mi papá (simulando una casulla) y en una caja de fruta celebraba misa, pero el momento en donde nace este deseo de ser sacerdote igual que la chispa que enciende la leña, fue al leer una imagen pegada tras la puerta del cuarto de mi abuelita de Jesús cargando una oveja que decía: “Sin sacerdotes no hay Eucaristía, ven y sígueme”.

Siempre estuve cerca de Dios mediante la Eucaristía, fui monaguillo y campanero y durante varias etapas de mi vida la idea del sacerdocio daba vueltas y vueltas en mi cabeza, pase por la prepa y estudie dos años la universidad pero fue durante la pandemia donde la idea se hizo más fuerte como el fuego que arde en una fogata, allí fue donde aparte de mí el miedo y me acerque con mi párroco el Pbro. Carlos Alberto García Zavala el cual me escucho con alegría y acerco al Pbro. Fabián Eduardo Gómez donde después de un tiempo en acompañamiento me acerco al seminario, recuerdo que me dijo: “si tienes muchas ganas por qué no hablas al seminario con el padre Pepe” y fue allí donde me anime, el Pbro. José de Jesús García de la pastoral vocacional del seminario me recibió con mucha amabilidad, motivación y atención.



Yo sentía que algo grande comenzaba, por lo pronto comencé a asistir a las reuniones de los seminaristas en familia (SEMFAM) que organiza el seminario, acercándome más y más a la vida del seminarista donde pasé momentos que fueron de gran motivación para decidirme hacer el preseminario. Agradezco a Dios que siempre tuve el amor y apoyo de mis Padres y hermanas, pues ellos al saber que decidí realizar esta experiencia, su respuesta con mucho cariño fue “Te estabas tardando” al igual, mucha gente que conozco me dio su apoyo en oración y compañía, todo ese cariño me sigue acompañando en esta aventura tan bella, donde he aprendido a soltar el miedo y llenarme de amor.

Durante mi proceso vocacional ya dentro del seminario me ha ayudado la meditación de la palabra de Dios en diferentes métodos de oración, el rezo de la liturgia de las horas, santo rosario, las charlas espirituales con mi director espiritual pero lo que más me nutre son las horas santas.
Como buen Guadalupano, veo a San Juan Diego como ejemplo de humildad y obediencia, al igual que de un amor sencillo y grande hacia las cosas de Dios, y que, amando a María como la niña de mis ojos, me sienta yo seguro como él al escucharle decir: “No estoy yo aquí que soy tu madre”. Por ello a todo aquel que sienta esa chispa de un llamado que Dios ha puesto en su corazón, no tenga miedo, ponga todo en las manos amorosas de Dios, toma la mano de mamá María que con amor nos recuerda: “Hagan lo que Él les diga”, pues la vocación no vale la pena, vale la vida.

Por la Virtud.
Por la Fe.
Por la Doctrina.

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