HOMILIA DEL XXV DOMINGO ORDINARIO

“Los últimos serán los primeros, y los primeros serán los últimos”                                                              En este capítulo 20 del evangelio de San Mateo, Cristo con gran amor nos presenta de nuevo
una parábola que explica el reino de los cielos, donde abarca el tema de la justicia y el amor
que tiene por sus hijos (a todos por igual). En esta parábola vemos como el propietario de la
viña sale a la búsqueda de quién pueda trabajar en ella. Para esto él hace un llamado a los
que él quiere que le sigamos a ser parte de su viña, tal y como sucede desde el día de nuestro
bautismo, desde ese día todos somos llamados a participar en su viña.

El Evangelio resalta dos tipos de trabajadores de la viña, los últimos y los primeros, donde
los primeros tristemente se molestan debido a que piensan que merecen más por haber
permanecido más tiempo trabajando en la viña, pero la realidad de la justicia y el amor de
Dios sobre sale los ideales del hombre, pues nadie es digno de merecer más o menos, Cristo
nos muestra que la recompensa para todos los que participen con bien en su viña será justa,
pues el recibe a todos en su reino y no hace a nadie menos.
En el caso de los trabajadores últimos, algunas ocasiones suele suceder que el llamado pese
que lo tenemos desde el bautismo, lo escuchamos a la hora undécima tal y como en la
parábola, pero aun así el Señor insiste en que vayamos a trabajar en su viña, no importa lo
“tarde que él te llame” lo importante es atender al llamado, pues él decide lo que puede hacer
con lo suyo, y queda más que claro que él quiere corresponder con amor y justicia a todo
aquel que lo escucha y le sigue.

Así pues, Dios llama a todos a su reino, tanto los que han llegado tarde, como los que han
llegado primero y corresponde a los que han llegado primero desechar la idea de que “será
aún más la recompensa por llegar primero y trabajar más tiempo” y así con el ejemplo de su
trabajo invitar a todos aquellos que están todo el día allí parados, a acercarse a la viña del
señor que nos hace el constante llamado a participar de ella, y recibir con gratitud la
recompensa ya que su amor es para todos los que le siguen y escuchan.