LA Esperanza

Diego Alberto Castro Báez

HERMANO, TENGO ALGO QUE DECIRTE…

 

Cuando eras un niño, me simpatizabas más, me gustaba tu actitud de apertura a lo nuevo, buscabas responder a todas tus dudas, cuestionabas todo y a todos, fuiste el niño más curioso habido en la tierra, eras el niño que desesperabas a todos por tus muchas preguntas, te caracterizaba tu ansiedad por que se llegara tu cumpleaños, te ilusionaba tanto la época de la Navidad y por eso mismo el adviento se te hacía muy largo; te sorprendías por los regalos que te daban, fuiste tan feliz con aquella pista de carreras, te conformabas con lo que el Niño Dios te pudo traer, anhelabas las vacaciones porque sabías que era tiempo de que papá regresara a casa y que vinieran tus tíos y tus primos, querías que los días se pasaran rápido y así se llegara pronto el día de ir a la casa de los abuelos para jugar con tus primos, esperabas con ansias la hora del receso porque era momento de salir a jugar con tus amigos y poder comer el sabroso lonche que había mandado mamá, fuiste aquel que no esperaba a que terminaran de dar instrucciones porque pronto tu ya sabías que hacer, de hecho ansiabas que el tiempo avanzara muy rápido para llegar a ser adulto, soñabas con ser un extraordinario maestro, médico, licenciado y hasta pensaste en ser sacerdote, te visualizabas a la edad de 23 años ya casado, a los 25 con tu primer hijo, ya con casa y vehículo propio e incluso haberle regalado una casa a tu mamá, pero muy pronto muchas de tus ilusiones, de tus esperanzas, de tus anhelos desaparecieron ¿qué pasó? ¿quién los desapareció? Hoy ya eres ese joven, un universitario ya casi un profesionista y además eres un trabajador, nada de lo que soñaste está pasando, lo que estás viviendo no te está dando felicidad, has dejado de ilusionarte, de sorprenderte, pero lo más triste es que has olvidado cuestionar todo, ahora eres un muerto viviente, arrastrado por la moda, por tus placeres, por lo que la mayoría dice, pareces una máquina que hace todo por mecanismo sin disfrutar nada, te cansaste de buscar algo más, reniegas de todo, te conformas con poco, nada te parece nuevo, suena tu alarma por las mañanas y como robot haces tus cosas cotidianas sin hacerlas conscientes, en quien confiabas te traicionó, esperabas graduarte de la universidad para poder cambiar tu vida y no pasó así, sigues igual, ni siquiera encuentras trabajo, además creíste que tu familia era un obstáculo para tu felicidad y te alejaste de ella, caíste en el cuento de que la religión es una manipuladora y terminaste dominado por vicios y problemas que te están atormentando, te endeudaste para comprar el IPhone 16 porque creíste que esto te daría felicidad y sí, pero a los cuatro días terminó, incluso te identificas como sufriente de ansiedad. ¿te suena familiar esta historia?, Pues tengo a alguien que quiere conocerte: te presento a: «Spes non confundit», (este es su nombre artístico, pero quiere decir «la esperanza no defrauda», ella es cristiana yo ya había escuchado hablar de ella, pero la conocí hace poco, cuando también creí que todo estaba perdido, exactamente en el momento en el que no encontraba un sentido, justo cuando ya no buscaba algo nuevo y diferente, la encontré y me di cuenta que en verdad necesitaba a alguien de quien sujetarme, a alguien que permaneciera firme en mi tempestad y he entendido que; «La esperanza cristiana, de hecho, no engaña ni defrauda, porque está fundada en la certeza de que nada ni nadie podrá́ separarnos nunca del amor divino» (No. 3 Spes non confundit). Se además que hay esperas efímeras, como el esperar el autobús, esperar tu turno en una tienda, esperar una fecha específica, etc. de hecho dice San Agustín: «Nadie, en efecto, vive en cualquier género de vida sin estas tres disposiciones del alma: las de creer, esperar, y amar», pero la esperanza que te he presentado es distinta y única porque tiene por motor a Cristo quien busca nuestra felicidad y por eso mismo recuerda: «Necesitamos una felicidad que se realice definitivamente en aquello que nos plenifica, es decir, en el amor, para poder exclamar, ya desde ahora: Soy amado, luego existo; y existiré por siempre en el Amor que no defrauda y del que nada ni nadie podrá separarme jamás». (No. 21 Spes non confundit). Joven, no estás perdido, te he presentado la esperanza, misma que es signo de aliento, de deseo con vista a un bien, a una mejora, a alcanzar algo más perfecto, diferente incluso nuevo y es lo que necesitas. Por cierto, eres muy afortunado pues te informo que según una antigua tradición el Papa convoca cada veinticinco años a un Jubileo y en esta ocasión se titula «Peregrinos de la esperanza» siendo así una oportunidad para volver al Amor, un año en el cual puedes experimentar «la plenitud del perdón de Dios que no conoce límites» (No. 23 Spes non confundit). Es momento de volver a juntar tus manos y elevar tus ojos al cielo, de elogiar a mamá María con tus rezos, por último, te pido: sujeta tu corazón en Alguien que no traiciona, que no abandona, que no exige, que no daña, Él es el que te amó primero, recuerda que esperar en su amor es ganancia, te repito: ¡la esperanza no defrauda! (Rm 5,5).

 

 

 

spes

non

confundit

spes

non

Por la Virtud.

Por la Fe.

Por la Doctrina.

 

Dirección

Olivos #202 Jardines de la Cruz, Ags

Teléfonos

(449) 9706292

(449) 2643783 

Síguenos

Email

seminariodiocesanodeags@gmail.com