y ¿si te llama?...

«Las vocaciones sacerdotales y religiosas nacen de la experiencia del encuentro personal con Cristo, del diálogo sincero y confiado con él, para entrar en su voluntad. Es necesario, pues, crecer en la experiencia de fe, entendida como relación profunda con Jesús, como escucha interior de su voz, que resuena dentro de nosotros. Este itinerario, que hace capaz de acoger la llamada de Dios, tiene lugar dentro de las comunidades cristianas que viven un intenso clima de fe, un generoso testimonio de adhesión al Evangelio, una pasión misionera que induce al don total de sí mismo por el Reino de Dios, alimentado por la participación en los sacramentos, en particular la Eucaristía, y por una fervorosa vida de oración».

«¿En qué consiste la fidelidad de Dios en la que se puede confiar con firme esperanza? En su amor».  (Benedicto XVI)

Yo dije: «Sí»

Conoce mi vocación

¿Qué necesito?

Si quieres ser parte de nuestra comunidad del seminario, necesitarás:

 

N

Querer libremente ingresar

N

Gozar de salud física, psicológica y espiritual

N

Interés por adquirir virtudes

N

Querer llevar a Cristo a los demás

N

Haber terminado secundaria o bachillerato

N

Ser aceptado después del pre-seminario

    Pre-seminario

    ¿Qué es?

    Es un momento de convivencia con Cristo, con sacerdotes, con los demás aspirantes y tú por 15 días.

    Aquí se analizan las cualidades y las aptitudes de los interesados en ingresar al seminario. 

    Para ingresar al seminario, necesitarás vivir esta prueba.

    Los requisitos para participar son:

     

    N

    Estar inscrito

    N

    Carta de recomendación del Párroco

    N

    Constancia de haber terminado los estudios de secundaria o bachillerato

    N

    Dos fotografías tamaño infantil

    N

    Certificado médico

    N

    Cuota de recuperación

    Los cuatro tipos vocación

    busca y sigue tu llamado

    Sacerdocio

    Cristo Pastor y Cabeza de la Iglesia

    «Para apacentar el pueblo de Dios y acrecentarlo siempre, Cristo Señor instituyó en su Iglesia diversos ministerios ordenados al bien de todo el Cuerpo. Porque los ministros que poseen la sagrada potestad están al servicio de sus hermanos, a fin de que todos cuantos son miembros del pueblo de Dios y gozan, por tanto, de la dignidad cristiana, tiendan todos libre y ordenadamente a un mismo fin y lleguen a la salvación».

    Vida religiosa

    Vida consagrada a ejemplo de María.

    «Este testimonio silencioso de pobreza y de desprendimiento, de pureza y de transparencia, de abandono en la obediencia, puede ser, a la vez que una interpelación al mundo y a la Iglesia misma, una predicación elocuente, capaz de tocar incluso a los no cristianos de buena voluntad, sensibles a ciertos valores».

    Matrimonio

    a ejemplo de la Familia de Nazareth.

    «El matrimonio y la familia están arraigados en el núcleo más íntimo de la verdad sobre el hombre y su destino. La sagrada Escritura revela que la vocación al amor forma parte de la auténtica imagen de Dios que el creador quiso imprimir en su criatura, llamándola a hacerse semejante a Él precisamente en la medida en la que está abierta el amor».

    Vida de soltero.

    La alegría de vivir como fiel seguidor de Cristo.

    «Laico es aquel fiel Cristiano que ha optado seguir a Jesucristo desde las ocupaciones ordinarias de la vida familiar y social, ejerciendo su apostolado en medio del mundo a la manera de fermento».

    Papa Benedicto XVI

    «El amor de Dios sigue, en ocasiones, caminos impensables, pero alcanza siempre a aquellos que se dejan encontrar. La esperanza se alimenta, por tanto, de esta certeza: «Nosotros hemos conocido el amor que Dios nos tiene y hemos creído en él» (1 Jn 4,16). Y este amor exigente, profundo, que va más allá de lo superficial, nos alienta, nos hace esperar en el camino de la vida y en el futuro, nos hace tener confianza en nosotros mismos, en la historia y en los demás».

    Papa Francisco

    “La vida de uno está ligada a la vida del otro y es necesario que cuidemos de esta santidad común del pueblo”.

    Papa Francisco

    «La santidad, como un llamado que da sentido al camino de toda la vida; la comunión, como «humus» de vocaciones en la Iglesia; la vocación misma, como palabra clave a preservar, combinándola con las demás: «felicidad», «libertad» y «juntos» y finalmente a declinarla como una consagración especial».