LA SINODALIDAD: UN FRUTO CON MUCHOS FRUTOS

«La sinodalidad expresa la naturaleza de la Iglesia, su forma, su estilo, su misión».

P. Pedro Antonio Arceo Luna

Sinodalidad

Vivimos en la Iglesia un momento particular marcado por la novedad de un Sínodo sobre el Sínodo, convocado por el Papa Francisco para ponernos en marcha juntos, para tener un dialogo y una escucha atenta y recíproca, para vivir una autentica fraternidad y solidaridad.

Este proceso Sinodal, que ha iniciado en el 2021, tiene una triple invitación: la comunión, la participación, y la misión, mismas que harán de la Iglesia una verdadera casa de unidad, de amor y de misericordia.

Nuestra Iglesia particular, asumiendo la realidad sinodal, se ha puesto en camino junto con la Iglesia universal para responder al llamado del Espíritu Santo a través del Santo padre para caminar juntos.

De este Sínodo se esperan muchos frutos en toda la Iglesia que sin duda se verán cosechados también en nuestra Diócesis.

Un fruto con muchos frutos

El mismo proceso Sinodal ha dado ya sus primeros frutos en nuestra Diócesis, ya que nos ha hecho caminar más unidos y reunirnos para dialogar, escucharnos y opinar acerca de nuestro ser y quehacer en la Iglesia; desde el proceso en cada parroquia y luego en los decanatos, se ha respirado un ambiente fraternal, que sin duda es fruto del proceso sinodal y que ha de verse reflejado en el rostro de la Iglesia.

Otra consecuencia de este proceso ha sido la escucha a los alejados y la reflexión sobre esta realidad, que muchas veces nos es ajena; el acercarse al otro nos ayuda a cumplir con la misión encomendada por Jesucristo de “ir por todo el mundo” (Mc 16, 15) para llegar a todos y que cada uno se sienta parte de la familia de Dios.

Este proceso Sinodal vivido con seriedad y guiado por el Espíritu de Dios, nos ha de llevar a ser una Iglesia Diocesana más participativa, donde todos tomen parte de la misión que tenemos como Iglesia; el hecho de escucharnos y notar realidades que eran casi imperceptibles, tendría que ayudarnos a encontrar nuevas estrategias de pastoral, para que podamos ser una Iglesia de puertas abiertas, donde todos quepan y todos se sientan motivados por el Evangelio.

Con lo anterior, una consecuencia lógica será la comunión fraterna y solidaria, donde cada vez se tome conciencia del hermano, del que tengo al lado y el que está más alejado. La comunión debe ser una realidad siempre, que nazca de los lazos reales de sentirse parte de la comunidad. Hemos de alcanzar una comunión que sane las heridas del pasado y fortalezca la relación entre creyentes, incluso entre los que no lo son.

Otro fruto del Sínodo para nuestra Iglesia particular, o al menos el ideal, es mayor diálogo y participación conjunta entre los fieles y los pastores de la comunidad ya que, como pueblo de Dios, estamos llamados a caminar hombro con hombro por las sendas que el Señor quiere mostrarnos, para parecernos cada día más a la Iglesia que Cristo quiere; un pueblo que viva en comunión y participación y que trabaje para que el Evangelio sea anunciado a todos.

En el esfuerzo conjunto y con espíritu sinodal, lograremos ser más abiertos al diálogo y a la convivencia, más empáticos y más eclesiales, respondiendo a la naturaleza misionera de la Iglesia.

Conclusión

Sin duda que el proceso sinodal y el Sínodo en sí mismo, es una oportunidad para crecer, cuyos frutos están haciéndose ya presentes. De nosotros dependerá seguir cosechando como Iglesia Diocesana, para ser una Iglesia de comunión, participación y misión, donde todos caminemos juntos a la meta que es Jesucristo y que cada vez más reflejemos el rostro de la Iglesia que Dios quiere que seamos, el pueblo de Dios que sale al encuentro de su Señor, siempre unidos entre nosotros y con los que se han alejado.

Todos aguardamos con esperanza este momento histórico de la Iglesia, pero sus consecuencias podrán ser posibles si todos vivimos ese espíritu de sinodalidad, y dejamos que sea el Espíritu Santo quien nos guíe, nos anime y oriente para esta encomienda. Si al árbol se le conoce por sus frutos( Lc 6, 44) que a los cristianos de este tiempo, y de esta Iglesia de Aguascalientes, se nos conozca por avanzar juntos en espíritu sinodal.

Papa Francisco

«La sinodalidad es la forma de ser iglesia hoy según la voluntad de Dios en una dinámica de escucha y discernimiento del Espíritu Santo».

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