«El que me
ama, cumplirá mi palabra y mi Padre lo amará».

DOMINGO VI DE PASCUA   CICLO C

DIÁC. JUAN DIEDO ROMO PEDROZA

Alumno de la Etapa de Síntesis Vocacional

Homilía Dominical

Queridos hermanos y hermanas:

Hoy, Jesús nos dice algo que puede cambiarlo todo: “El que me ama guardará mi palabra, y mi Padre lo amará, y vendremos a él y haremos morada en él” (Jn 14,23). No es sólo una promesa; es una realidad que se ofrece a nuestra vida concreta.

Benedicto XVI explica que “la fe cristiana no es sólo un sistema de ideas; es encuentro, es relación viva con Cristo” (Benedicto XVI, 2007, p. 38). Y esa relación tiene una condición: amar a Jesús. ¿Y cómo se ama a Jesús? Escuchando su Palabra, viviendo lo que Él vivió, amando como Él amó.

Martín Descalzo lo dice de forma hermosa: “Dios no habita en los templos, habita en las personas que le dejan un rincón de su vida” (Martín Descalzo, 1993, p. 219). Cuando abrimos el corazón a Jesús, Él viene a nosotros. No como huésped que pasa, sino como alguien que se queda para siempre. Y con Él, viene el Padre. Y con ellos, el Espíritu Santo.

Jesús promete: “El Espíritu Santo les enseñará todo y les recordará lo que yo les he dicho” (Jn 14,26). No estamos solos. El Espíritu nos guía, nos recuerda, nos consuela. El P. Chércoles comenta que “el Espíritu no es una teoría, es el fuego silencioso que mantiene encendida la vida del cristiano cuando todo parece oscurecerse” (Chércoles, 2018). Cuando no sabemos qué hacer, cuando la fe se vuelve pesada, es el Espíritu quien sopla dentro y nos renueva.

Y en medio de todo, Jesús nos regala su paz: “Les dejo la paz, mi paz les doy; no como la da el mundo” (Jn 14,27). No es una paz superficial, de ausencia de problemas. Es una paz profunda, que nace del amor confiado en Dios. El Papa Francisco dice: “La paz de Jesús es una paz activa, que transforma el corazón, no anestesia el alma” (Francisco, 2018). Esa paz nos permite vivir con esperanza, incluso en medio de dificultades.

Hermanos, en este tiempo pascual, Dios quiere habitar en nosotros. Pero no lo hace por la fuerza. Llama, espera, desea ser acogido. Si lo dejamos entrar, vendrán con Él el amor, la verdad, la paz, la fuerza del Espíritu.

Por eso, hoy Jesús nos pide algo sencillo y a la vez inmenso: ámame, guarda mi palabra, déjame vivir contigo. Si lo haces, no caminarás solo. Y tú mismo te convertirás en signo de Dios para los demás.

Que cada uno de nosotros pueda decirle hoy: “Señor, haz en mí tu morada. Quédate. Enséñame a amarte como Tú mereces”.

Amén.

Referencias

  • Benedicto XVI. (2007). *Jesús de Nazaret. Desde el Bautismo en el Jordán hasta la Transfiguración*. Madrid: Ediciones Encuentro.
  • Chércoles, J. (2018). *El fuego y el silencio*. Madrid: Ediciones Khaf.
  • (2018). *Homilía del 13 de mayo de 2018*. Vaticano. Recuperado de www.vatican.va
  • Martín Descalzo, J. L. (1993). *Vida y misterio de Jesús de Nazaret* (Vol. II). Madrid: PPC.
  • Biblia de Jerusalén (2009). *Nuevo Testamento*. Bilbao: Desclée de Brouwer.

San Juan 14, 23-29

“El Espíritu Santo les recordará todo cuanto les he dicho”.

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