DOMINGO III DEL TIEMPO ORDINARIO – CICLO C
«Hoy se ha cumplido este pasaje de la Escritura«.
DOMINGO III DEL TIEMPO ORDINARIO – CICLO C
CARLOS OBED GUERRERO MARTÍNEZ
Homilía Dominical
Nos encontramos en el tercer domingo del tiempo ordinario donde Jesús proclama un texto de Isaías que de alguna manera nos viene a consolar, así, podemos identificar en este texto evangélico que en la lectura que Cristo hace en la sinagoga no está señalada solamente su venida, sino incluso su misión, su plan de acción, su hoja de ruta, que es la misma que debemos de alguna forma asumir nosotros como creyentes.
Así pues, es interesante el momento en que Jesús expresa que ha sido enviado para anunciar el Evangelio a los pobres, para anunciar a los cautivos la libertad y a los ciegos, la vista; para dar libertad a los oprimidos, para anunciar el Año de Gracia del Señor; pues se resalta de manera concreta la misión del Señor misma que llevará a cabo muy intensamente.
Podemos contemplar también el momento en que se proclama acerca del Año de Gracia del Señor, mismo que no se puede tomar literalmente, ya que es una manera de referirse a un inicio de otro tiempo, de otro período. Por ello, es aquí un parteaguas, pues es el inicio de otro período; y aquí se puede identificar que la Trinidad Divina es la que actúa en el Año de Gracia que el Señor Jesús anuncia, además, la misma Trinidad Divina es quien ilumina la historia y le hace posible la salvación al hombre y, esto es a lo que se refiere la Sagrada Escritura; así pues, identificamos aquí justamente lo que el Señor manifiesta que se ha cumplido.
Cabe decir entonces que hemos entrado en un nuevo período de la historia, que se han abierto las puertas del cielo y que hemos sido liberados, pues se ha restaurado la alianza y esto a partir de que el Señor Jesús, nuestro Redentor, lo ha hecho posible impulsado por el Espíritu Santo, reconociendo que Él es el Puente, Él es el Camino hacia el Padre.
El Señor ha venido para ser alimento de los pobres, de los oprimidos, de los ciegos, de los afligidos, de los perseguidos. Él es el remanso de paz que buscamos, el comienzo de una nueva vida, de una nueva historia, la del Nuevo Testamento, la del Año de Gracia del Señor.
Toda la vida misma está impregnada de esa Gracia. Estamos viviendo nuevos tiempos. Podemos mirar hacia adelante con esperanza, porque se ha sellado el pacto, con la Sangre de Cristo. Muriendo en la cruz y resucitando, ha abierto para nosotros las puertas del cielo. Por eso se puede sostener firmemente que el Camino ya está trazado y restaurado.
Por tanto, así como el Evangelio del día de hoy nosotros también transitemos en nuestra actualidad desde nuestras acciones cotidianas y, en el marco del año jubilar de la esperanza tengamos presente que esa oportunidad sigue vigente y más ahora en que vivimos este Año de Gracia, hacia los brazos del Padre, que nos espera desde siempre para ocupar el lugar que nos tiene reservado. Y recordar las palabras del santo padre el Papa Francisco al momento en que señala que debemos avanzar en un doble movimiento de entrada y salida, es decir, de entrada, para dirigirnos hacia el centro y reconocernos sarmientos injertados en la única vid que es Jesús, puesto que, no daremos frutos sino ayudamos mutuamente a permanecer unidos a Él. En cambio, en salida, hace referencia a las múltiples periferias existenciales de hoy para llevar la Gracia sanadora del Evangelio a la humanidad.
Aprovechemos pues intensamente esta oportunidad en que se extienden los lazos para alcanzar la gracia de Dios como lo menciona el Evangelio y, además, algo primordial será que tengamos muy firme nuestra esperanza, pues “la esperanza no engaña ni defrauda, porque esta fundada en la certeza de que nada ni nadie podrá separarnos nunca del Amor de Dios”. (Papa Francisco)
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