El próximo OCTUBRE DE 2023 será la XVI Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos

El próximo OCTUBRE DE 2023 será la XVI Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos

Por una Iglesia sinodal: comunión, participación y misión

El próximo OCTUBRE DE 2023 será la XVI Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos

Ver el video…

Visión General
«La sinodalidad es la forma de ser iglesia hoy según la voluntad de Dios

en una dinámica de escucha y discernimiento del Espíritu Santo».

Papa Francisco

Ver más…

La Sinodalidad: Un Fruto con muchos frutos

Vivimos en la Iglesia un momento particular marcado por la novedad de un Sínodo sobre el Sínodo, convocado por el Papa Francisco para ponernos en marcha juntos, para tener un dialogo y una escucha atenta y recíproca, para vivir una autentica fraternidad y solidaridad.

Ver mas…

Sinodalidad - Jesús y el pueblo

La separación ya no existe y para todos se abre la posibilidad de caminar por la senda de la nueva vida… Estamos ante el don del Espíritu Santo que nos hace partícipes de la vida de Dios mismo, la vida filial, la vida de comunión.

Ver más…

Itinerario Sinodal

Presentación del itinerario sinodal aprobado por el Santo Padre Francisco en la audiencia concedida al Cardenal Secretario General del Sínodo de los Obispos, en fecha 24 de abril de 2021.

Ver más…

Comprender la Sinodalidad

Comprender la Sinodalidad

Sinodalidad.

Caminar juntos

 

El Papa Francisco impulsa el Sínodo, el «caminar juntos» de una Iglesia que pone a mujeres y a hombres de nuestro tiempo, incluidos pastores, y, al mismo Sucesor de Pedro, a ‘escuchar’ al Espíritu Santo.

De hecho, el Sínodo que se inició el pasado mes de octubre y se extenderá hasta 2023 lleva como titulo: 

Por una Iglesia Sinodal: Comunión, participación y misión.

La sinodalidad representa el camino a través del cual la Iglesia puede renovarse por la acción del Espíritu Santo, escuchando juntos lo que Dios tiene que decir a su pueblo. Sin embargo, este camino recorrido juntos no sólo nos une más profundamente los unos a los otros como Pueblo de Dios, sino que también nos envía a llevar adelante nuestra misión como testimonio profético que abarca a toda la familia humana, junto con nuestras denominaciones cristianas y otras tradiciones de fe. 

El Papa remarca que la escucha es primordial para la sinodalidad: «Tener oídos, escuchar, es el primer compromiso. Se trata de escuchar la voz de Dios, de captar su presencia, de interceptar su paso y su soplo de vida» (18.09.2021). 

Trabajar juntos

El cristianismo debe ser siempre humano y humanizador, conciliando las diferencias y las distancias y transformándolas en familiaridad, en proximidad. 

Unidad en la pluralidad 

Con la fuerza del Espíritu, la Iglesia está llamada a abrir caminos y, al mismo tiempo, a ponerse en marcha.

Uno de los males de la Iglesia, o más bien una perversión, es este clericalismo que separa al sacerdote y al obispo del pueblo.

Palabras Claves del Sínodo

Compartir

Humildad

Diálogo

Conversión

Discernimiento

Escucha

Esperanza

Inclusión

Esperanza

El camino de la Sinodalidad es el camino que Dios quiere para la Iglesia de hoy.

Lo que espera el señor obispo de los profesores del seminario

Lo que espera el señor obispo de los profesores del seminario

Lo que espera el señor obispo de los formadores y docentes de nuestro seminario.

 

El pasado lunes 5 de septiembre de 2022 el Excmo. Sr. Obispo Dn. Juan Espinosa Jiménez nos hizo una nueva visita y se reunió con los profesores de nuestro seminario.

Con la afabilidad y cercanía pastoral que le caracteriza, nos agradeció el apoyo que brindamos en la importante tarea que los docentes desempeñamos en el Seminario, corazón de nuestra diócesis.

Reflexionó junto con los profesores, tanto presbíteros como religiosos y laicos hombres y mujeres comprometidos, la labor que realizamos como parte del equipo formador específicamente en el área intelectual.

Repasamos juntos, tanto el objetivo general del Seminario como el objetivo particular de la dimensión intelectual; y nos compartió ocho aspectos representativos de lo que espera de nuestra actividad como maestros comprometidos con la sinodalidad de nuestra Iglesia.

El objetivo general del Seminario es ser una comunidad eclesial formativa a semejanza de la comunidad apostólica que, a través de un serio discernimiento vocacional y una esmerada formación humana, espiritual, intelectual y pastoral, prepara los futuros sacerdotes, integral y gradualmente, para vivir como discípulos misioneros, configurados con cristo cabeza, pastor, ciervo y esposo, y para que, dóciles al espíritu, sean signo personal y atractivo de cristo en el mundo, según el camino de santidad propio del ministerio sacerdotal diocesano.

El objetivo específico de la dimensión intelectual es” procurar la configuración del perfil sapiencial del pastor, de modo que los seminaristas conozcan, crean, amen y afirmen la verdad, desarrollando un conocimiento amplio y sólido de las ciencias sagradas y una cultura general en consonancia con nuestro tiempo, que los capacite para anunciar adecuadamente el evangelio a los hombres, y los lleve a dialogar y a discernir críticamente la cultura de nuestro tiempo.

A partir de estos objetivos generales y específicos y de los documentos de la Iglesia “queremos -nos exhorta- que los seminaristas se formen para ser buenos pastores integralmente formados…” La eficacia de esta formación depende en buena parte de la madurez y formación de los propios formadores y docentes, conscientes de sus límites y capacidades sin olvidar que somos mediadores de un proceso humano y divino. Los maestros somos también figuras significativas para nuestros seminaristas, tanto en nuestras actitudes como en la imagen que les proyectamos.

Por todo ello, los docentes debemos tener estos rasgos que hoy siguen actuales y vigentes:

  1. Espíritu de fe firme, bien motivada, fundada y bien vivida. El docente y el formador que vive su fe educa más por su testimonio que por lo que dice. Esa fe debe estar acompañada por la oración personal de los docentes.
  2. Sentido pastoral que contribuya a encaminar a los candidatos al sacerdocio para que vivan la caridad de Cristo Buen Pastor. Los docentes han de cultivar la sensibilidad en la vivencia del ministerio hacia el que los estamos orientando. También los profesores realizamos un trabajo pastoral.
  3. Espíritu de comunión de los maestros entre sí, con el equipo formador y con los alumnos, de manera que vayamos formando una mentalidad de comunión en los propios alumnos.
  4. Madurez humana y equilibrio psíquico
  5. Capacidad de amar y dejarse amar para brindar un acompañamiento respetuoso y amoroso. Amor a la verdad y a los alumnos para crecer ambos (docente y alumno) en la escucha, el diálogo, y la comunicación profunda.
  6. Atención y crítica positiva a la cultura actual. Conociendo la cultura de hoy, fomentar la crítica constructiva. Esto supone amplitud de espíritu; relacionar mi asignatura con la vida actual desarrollando una actitud crítica positiva.
  7. Formación permanente encaminada a desarrollar competencias en los ámbitos doctrinal, espiritual, pastoral y pedagógico mediante el desarrollo de la capacidad de observación sistemática de los alumnos. Pues no basta con el sentido común. Es necesario ir más allá y ayudar a los alumnos a conocerse más allá de las apariencias.
  8. Artesanos de la educación que realicemos un trabajo sinodal formativo del corazón, la mente y personalidad de los seminaristas, colaborando con la acción creadora del Padre. Lo específico de la educación es ayudar a la persona para que sea libre y responsable. Para lograrlo buscamos que los alumnos amen lo que estudian para que al final ya no necesiten de sus maestros. Para ello, se requiere abrirles una ventana a la formación permanente. Igual para nosotros. Pues en esa misma dinámica vamos todos los docentes; dado que el conocimiento no tiene límites.

Finalmente, fuimos invitados a tener presente estos rasgos con la conciencia de que estamos participando no solamente de una obra humana; sino de una obra de Dios. No somos docentes y formadores del seminario solo por una invitación personal, humana. Estamos también porque el Señor ha querido que estemos aquí, para ofrecer lo mejor de nosotros.

A veces nos hacen creer que los mejores estamos aquí. Pero el formador de hoy no se ha de sentir mejor que ninguno. Más bien, ha de ser consciente de la gran responsabilidad y empeño que este servicio significa. Se nos confía un tesoro en manos frágiles de barro y hay que tomarlo con mucho amor y con mucha responsabilidad, siendo también humildes. No basta que el formador sea bueno, dócil y santo. Se necesita que sea al mismo tiempo educador y educando.

Testimonio de Pedro Luis Vela García

Testimonio de Pedro Luis Vela García

Experiencia inolvidable para servir a Dios

 

Pedro Luis Vela Garcia

Vocación

Mi nombre es Pedro Luis Vela García, nací el 31 de marzo del 2000, y soy originario de la parroquia de Nuestra Señora de Guadalupe, en Matancillas, Jalisco. Estoy estudiando actualmente en el Seminario Diocesano y curso tercer año de filosofía, también conocida como la etapa discipular. Mi familia nuclear está conformada por seis integrantes: mi papá, mi mamá y cuatro hermanos, dos hombres y dos mujeres, entre los cuales yo soy el primogénito. Hemos ingresado al seminario mi hermano y yo: mi hermano a la etapa del menor y yo ingresé al curso introductorio, ambos en el año 2018.
Al haber concluido mis estudios en la preparatoria decidí vivir la experiencia del pre-seminario el 15 de julio de 2018. Considero que mi vocación surge gracias al testimonio de un sacerdote, el acompañamiento y la formación de mis padres que siempre me han educado con valores humanos y cristianos, me han inculcado el asistir a misa desde pequeño, asistir a los actos de piedad, de igual manera me han inculcado la devoción a la Virgen de Guadalupe y al niño Emmanuel de Matancillas. Cuando estaba en la primaria comencé a participar en las peregrinaciones de camino a San Juan de los Lagos, que sin duda alguna me ayudaba mucho a fortalecer mi fe y mi formación cristiana.

Así mismo, dentro de mi parroquia, participé algunas veces en algunas pastorales, como la adoración nocturna, en un coro de niños y en la semana santa como apóstol y cirineo. Mientras iba creciendo tenía en mente un cumulo de ideas sobre lo que iba a estudiar o me iba a dedicar en mi vida. En mi niñez y adolescencia llegué a pensar en ser sacerdote, pero conforme pasaba el tiempo había momentos en que lo olvidaba y pensaba en estudiar alguna carrera en la universidad o bien, comenzar a trabajar en algo estable para apoyar a mi familia con los gastos de la casa, pero al ingresar a la preparatoria fue una etapa diferente, con muchos momentos agradables las cuales me ayudaron a enfocarme un poco más en lo que quería para mi futuro.
Entonces yo tenía la idea de ser soldado, de estudiar para militar, o estudiar agronomía, y en ese transcurso de la preparatoria, precisamente un año antes de salir, llega un neo-sacerdote a mi parroquia como vicario, que fue quien me motivó e influyó para que yo tomara la decisión de querer ser sacerdote, debido a su testimonio y entrega sacerdotal.

 

 

Por lo que al ingresar al seminario he recibido la sotana el 20 de enero de 2019, y es un acontecimiento de mucha alegría y felicidad, es una experiencia inolvidable que también me ha impulsado a seguir en este camino rumbo al sacerdocio. De igual manera he conocido grandes amistades de seminaristas y sacerdotes que también me han ayudado a seguir creciendo y a seguir respondiendo al Señor, puesto que buscamos el mismo objetivo. Además he trabajado en diferentes pastorales y conocido muchas personas, con las que he tenido gratas experiencias, las cuales me han manifestado una sed de Dios, y viendo esa necesidad de Dios en las personas quiero ser sacerdote para ser ese intermediario entre Dios y el hombre.

Eco de la Palabra

Eco de la Palabra

ECO de la PALABRA

 

Misael González Villalpando

Fe y espiritualidad

III Domingo del Tiempo Ordinario – Ciclo C: Lucas 1, 1-4; 4, 14- 21.

“El Espíritu del Señor está sobre mí, porque él me ha ungido”.

 

El camino litúrgico de nuestro año nos hace llegar al III Domingo del Tiempo Ordinario. En vistas de eso, nos encontramos en el Domingo de la Palabra de Dios, gracias al tinte que se da en la liturgia de la palabra el día de hoy. 

El evangelio lucano nos presenta la dedicatoria de su evangelio, las cosas que ha escrito son la historia de las cosas que pasaron entre ellos, tal y como las transmitieron los que la vieron desde el principio, con el fin de que nosotros, θεοφιλος (que significa: los hijos de Dios), de igual manera en que lo hicieron los apóstoles, transmitamos lo que hemos escuchado por parte de la Tradición. El evangelio es la obra que expresa la Buena Noticia que el Cristo dejó a sus discípulos. Por tanto, las primeras comunidades se reunían a partir el pan y a escuchar lo que el Señor había dicho. Así, cada uno iba aprendiendo en el ceno de la Iglesia, en un contexto de comunión, el contenido de la Sagrada Escritura. 

Jesús, resalta el evangelista, cumple la ley, cumple y da anuncio de las profecías expuestas por Isaías. Cumple, según san Lucas, las mismas cualidades de los profetas. Por tanto, Cristo dice: “Me ha enviado a evangelizar a los pobres, a proclamar a los cautivos la libertad, y a los ciegos, la vista; a poner en libertad a los oprimidos;” (Lc 4, 18), es decir, a los que estaban lejos del culto, a los ignorantes de la sabiduría de Dios, a los esclavos y oprimidos por el mal. Anunciar a todos, a cualquiera que quiera acercarse a recibir la Palabra en su corazón, como es el caso de los primeros discípulos. Comenzaron a interesarse por aprehender el misterio de la fe.

A nosotros nos hace falta comenzar acercarnos e interesarnos por aprehender el mensaje de Jesús, aunque ya estemos dentro de la iglesia, para ser buenos discípulos y poder impregnar nuestra vida de las virtudes evangélicas, para poder observar con mayor claridad el amor que Dios tiene para todos.

La Iglesia obtiene su fuerza en la Sagrada Escritura, que marca el itinerario de seguimiento de la propuesta de la salvación. Es así que, no puede caber la desunión de la iglesia por parte de las formas de pensar personales o individuales, puesto que una sola es la Palabra de Dios, “y el Verbo de Dios se hizo carne y habitó entre nosotros” (Jn 1, 14). Entonces, debemos someter nuestra voluntad, pensar, actuar, libertad, a la obediencia del mandamiento que se obtiene mediante la escucha de la palabra y por la Tradición de la Iglesia, que es la única ley que Cristo nos ha dado. Nuestra vida debe dejarse guiar por la obediencia a la Palabra. De tal manera que, aun con diferencias, como lo decía san Pablo, “Pues todos nosotros, judíos y griegos, esclavos y libres, hemos sido bautizados en un mismo Espíritu, para formar un solo cuerpo. Y todos hemos bebido de un solo Espíritu.” (Cor 12), debemos ayudar al progreso de la comunidad, pues todos conformamos el mismo cuerpo que es la Iglesia.

Es necesario pensar, ¿qué tanto alimentamos nuestro conocimiento de la Palabra que es viva y eficaz? ¿Cuántas veces me pongo a meditar la palabra de Dios? Y de esto, cuando me encuentro ante cualquier ideología que afectará al cuerpo de los bautizados, ¿dónde busco obtener la verdad? Que Dios nos comunique su Espíritu por medio de la reflexión de su palabra y nos ayude a todos. 

Él es PALABRA. Él se hace y se da. Su obra es el don de sí mismo.